Después de escribir el libro “Los estragos de la guerra. Mi sentido relato”, que lo sentí como una catarsis ante la tragedia de la guerra, estoy desolada por el seísmo aterrador de Turquía y Siria. El planeta tiene sus ritmos geológicos y los humanos del S. XXI somos conscientes de eso. Sabiendo y teniendo los conocimientos actuales, a todos los niveles, que haya edificaciones que se caigan construidas sobre fallas conocidas, te hace dudar del ser humano. ¡Sabiendo que es una falla, se hacen edificios imposibles de sostener el cimbreo que provoca un movimiento tectónico!
Arquitectos e ingenieros sabemos lo que hay que hacer, construir con estructuras que permitan que los edificios se puedan balancear, para que posibiliten no derrumbarse y evitar la catástrofe. Edificios que avisen, que se dañen incluso, pero que permitan la evacuación y salvar las vidas de los que ahí sentían su refugio. Con este terremoto cuando el ser humano está durmiendo, y descansando, y se siente protegido por los responsables de que un edificio no se caiga. Nos encontramos con esta locura. Si un volcán está en erupción avisa, y da tiempo a utilizar un plan de evacuación para salvar vidas… recordemos la erupción próxima que fue una catástrofe natural que arrasó los lugares, pero se salvaron los seres humanos que vivían bajo el volcán. El volcán de La Palma fue devastador con el territorio, pero no con las vidas humanas.
Ahora dicen que existía una normativa para los terremotos ¡claro! la hay internacionalmente, Sabemos las normas constructivas para edificar en zonas sísmicas y casi ningún edificio la cumplía, solo vemos alguno aguantando erguido, el que resista los empujes horizontales. Debe haber mucho hierro para que aguante el cimbreo de un terremoto, los que trabajen solo a compresión caen, los muros de carga y estructuras de hormigón poco armadas caen.
Hay normativa a nivel mundial, además del sentido común.
El ser humano es capaz de crear una vacuna para la COVID-19 en tiempo récord. Crear nanotecnología, crear IA, tenemos observaciones sísmicas del interior de Marte, hablamos de fusión nuclear. Y aun nos despertamos con noticias devastadoras tras un terremoto, decenas de miles de sepultados en lo que debería ser sus hogares y lugares de refugio.
Los arquitectos nos involucramos poco a nivel mundial. Sabemos lo que tenemos que hacer, es un problema de sentido común, los conocimientos ya los tenemos. Aguantan más las cabañas y chozas de hace mil años que los edificios contemporáneos.
Esta falta de responsabilidad mundial, de momento se ha cobrado 25.000 vidas. ¿Se imaginan metidos en un hueco con medio edificio por encima? Cuando se podría haber evitado… Lo siento no tengo palabras para lo imposible y lo insoportable, que es ver tantos seres que han perdido la vida, el gran sufrimiento de muchos y terror.
Todo mi reconocimiento a los equipos de rescate que trabajan incansables, viéndoles como a cada persona que han rescatado la trataban con afectividad y cariño, ante la impotencia de los que tienen que dejar sin vida. Mi reconocimiento a todas aquellas personas solidarias.
Como siempre necesito ponerle palabras para sostener la insolidaridad, la locura, la falta de empatía de las gobernanzas, los poderes económicos. ¿Qué pensaran los sirios? 12 años de guerra y ahora esto. Si nos cae un meteorito y nos arrasa, pues nos viene del cielo, pero lo que hubiera tenido solución…
El amor por el otro, en nuestra especie, da para muy poco. El ego y el narcisismo, las ansias de poder, el capital… ¡Que el ser humano les importa menos que una silla! Mientras el mundo sea así, cuesta solucionarlo.
Reitero mi respeto y cariño a las ONGs, la gente solidaria, que hay mucha y es con eso con lo que me quedo.
Debería existir un comité que velase por los lugares del mundo y alertase enérgicamente de las arquitecturas insalubres.
Fotografía @ONU