Dos arquitectos de Zaragoza, padre e hija, pintan de magenta un viejo pabellón industrial de Amézola. Para dar «alegría» al barrio y como homenaje al Guggenheim… de Nueva York
Bilbao amplía la paleta de colores. Del gris, que ya es imagen de marca, al azul de los pañuelos de la Aste Nagusia… y ahora al magenta. Si pasan estos días por Amézola les va a sorprender el nuevo look que luce el barrio es una esquinita. No es un lavado de cara, que también, es una ‘ducha’ rosa. Carlos y Marta Miret, padre e hija y arquitectos ambos de Zaragoza, han dado una ‘manita’ de pintura a un viejo edificio industrial en desuso ubicado en la calle Jaén 3 y condenado al derribo. Ciento ochenta litros de pintura fucsia esparcida a brochazos durante cuatro días (acabaron el martes).
El Ayuntamiento había urgido a los dueños de este pabellón sin actividad a arreglar la fachada para que no se descascarillara (más) y esta pareja de arquitectos se ofreció a hacerles el trabajo. «Amezola es un punto de Bilbao en pleno desarrollo, una zona con gran futuro sobre la que queríamos llamar la atención. Y, de paso, dar alegría al barrio», explica Carlos Miret, que atribuye a su hija la autoría de esta colorida iniciativa.